
El consumismo se ha convertido en el motor de la economía y las redes sociales son su principal el combustible.
En alguna parte de Facebook, Instagram y TikTok, existen videos o reels donde hay gente gastando enormes cantidades de dinero en comprar grandes cantidades de productos de cuidado de la piel, de ropa, aparatos electrónicos, artículos de uso doméstico e incluso comida. Todo esto porque marcas ponen de moda el nuevo bloqueador solar, el ultimo teléfono celular, incluso el ultimo sabor de sopa instantánea. Se valen de los “influencers” de moda para anunciar los “mejores” productos o lo nuevo en las tendencias
Plataformas como Facebook, Instagram y TikTok se han convertido en canales donde las personas descubren nuevos productos y servicios, influenciando sus decisiones de compra. Esta interacción constante en redes sociales puede llevar a compras impulsivas y a la adopción de tendencias de consumo poco sostenibles, debido a la exposición continua a contenido que promueve estilos de vida basados en el consumo excesivo.
¿Han visto como jóvenes compran varios termos reutilizables que se diferencian solo por el color? Lo mismo pasa con la ropa, zapatos y tecnología. Por ejemplo, el impacto del ‘fast fashion’: La moda rápida, promovida en gran medida a través de redes sociales, tiene consecuencias ambientales significativas. La producción masiva de ropa de corta duración contribuye a la contaminación y al desperdicio de recursos naturales.
Consumimos lo que deseamos ser
Las redes sociales han transformado la manera en que consumimos o usamos productos. Para los jóvenes, esta influencia es aún mayor, ya que están expuestos constantemente a contenido que asocia el consumo con estatus, felicidad o éxito.
Para evitar que las redes sociales dicten nuestro consumo, es fundamental desarrollar una mentalidad crítica ante la publicidad encubierta y las tendencias efímeras. Algunas estrategias incluyen seguir a creadores de contenido que promuevan un consumo responsable, cuestionar si una compra es realmente necesaria antes de hacerla y ajustar los algoritmos limitando la exposición a contenido de compras impulsivas; y definitivamente, aunque nos parezca obvio, también tenemos que vigilar nuestras conductas ante la adquisición de artículos.
Si bien las redes sociales son una herramienta poderosa, también podemos aprender a usarlas de manera más consciente, evitando que el consumismo digital defina nuestras decisiones y afecte nuestro bienestar financiero, ambiental y la percepción que tenemos de nosotros mismos.